sábado, 22 de marzo de 2014

¡CAMBIOS!

Llevo meses de retraso, lo sé. Tenía esta novela más que olvidaba y pido perdón a esas personas que estuvieron esperando el capítulo 13... el cual voy a escribir pero en otra pagina diferente a esta. Puesto que empecé otro blog y voy a hacer algunos cambios en esta historia, con es solo propósito de mejorarla. La trama y la tensión entre Allison y Harry será la misma, pero pequeños detalles van a cambiar. Mi consejo sería volver a leer la historia desde el principio según la vaya subiendo el nuevo blog. El cual dejo el link aquí: Recuérdalo

Muchísimas gracias por leer y espero que sigáis haciéndolo. Mañana mismo subiré el prólogo y el domingo el capítulo I. Después iré subiendo cada semana y si alguna no puedo avisaré en el blog.

Besos, Selene :)


lunes, 18 de noviembre de 2013

Capítulo 12


La nieve caía delicadamente y se posaba suavemente en el suelo de Londres. Mi chocolate del Starbucks calentaba mis manos que, aunque estaban recubiertas por unos guantes de lana, tenía frías.

Veía a los niños y niñas pequeños corretear por el parque, se les veía sin preocupaciones, felices. Sus padres, con los paraguas, les miraban a unos metros de distancia. Algunos estaban con sus móviles, otros hablando con otra persona que, seguramente, era la madre de algún niño que estaba por allí.

Sonreí al ver como un niño pelirrojo escondía tras su espalda una flor y se acercaba con cuidado a otra niña que estaba sentada esperando su turno para poder montar en el columpio.

Aquella era la vida que yo quería para Tom. Él se la merecía, no estar en un orfanato y, de vez en cuando, ir al hospital por sus problemas asmáticos.

El móvil sonando me sacó de mis pensamientos. Pensé en ignorarlo, pero me di cuenta que podrían ser nuevas noticias sobre el estado de Tom y lo cogí sin mirar quien era.

-¿Diga?-pregunté.
-Allison.

Una voz grave y que no reconocía era la que hablaba al otro lado de la línea.

-Sí, soy yo.

Pí, pí, pí…

Frunciendo el ceño aparté el móvil de la oreja y miré la pantalla, esa persona había colgado. Fui al registro de llamadas, para comprobar si tenía el número guardado pero, como pensaba, no era así. Eso habías sido raro.

***
Un par de semanas más pasaron. La misma rutina se repetía. El estado de Tom volvió a ser normal y ya había vuelto al orfanato. Los ensayos en The Royal Ballet fueron siendo mejores día tras día para mí y no recibí una amenaza más de Grace, aunque sí alguna queja sobre mis pasos de baile. Tampoco tuve más llamadas misteriosas desde un móvil desconocido.

Con Harry todo era normal. Quedamos casi todos los días, incluso en esos dos domingos quiso acompañarme a ver a Tom. ¿Para qué mentir? Ese chico me estaba empezando a gustar y lo peor es que cada día que pasaba ese sentimiento aumentaba. Matt no estaba de acuerdo con que pasara tanto tiempo con él, mientras que a Eve le encantaba. Esos dos eran tan diferentes… ¿Cómo podían quererse tanto? Bueno, ya sabéis lo que dicen “los polos opuestos se atraen”.

-Amor… Amor… Vuelve-una mano se agitó en frente de mi cara y le miré. Esos ojos verdes penetrando en mí-vamos a tomarnos un descanso, eh-dijo con cierto humor.
-Mejor podíamos acabar por hoy. Estoy agotada.
-Como quieras-pasó una mano por sus rizos dejando caer pequeñas gotas de sudor en el suelo.

Me levanté y como acostumbraba hacer desde hacía unos días me dirigí a la ducha sabiendo que cuando saliera Styles aún estaría en mi casa. Lo gracioso es que siempre le encontraba haciendo algo diferente: el salón con la televisión, con el ordenador, comiendo algo en la cocina, bailando en la sala, durmiendo en el sofá… Había infinidad de posibilidades y me preguntaba cuál sería la de ese día.

***
El pelo me goteaba y el pantalón del pijama se arrastraba por el suelo según caminaba por el pasillo hacia el salón, allí no había nadie. Seguí mi camino hasta el pequeño cuarto que tenía donde estaba la lavadora y el tendal, abrí la puerta y tampoco había nadie.

-¿Se puede saber qué estás haciendo?-preguntó su voz detrás de mí mientas comenzaba a reír. Me giré poniendo los ojos en blanco.
-Solo te buscaba.
-¿En el cuarto de la lavadora?-me encogí de hombros.
-Siempre estás en una parte diferente de MI casa.
-Ya, pero… ¿en el cuarto de la lavadora?-levantó una ceja continuando con sus carcajadas.

Fui un poco mosqueada hasta el sillón y me senté. Cuando él se tranquilizó volvió a hablarme.

-En fin, estaba en la cocina, haciendo café.

En ese momento caí en la cuenta de las dos tazas que llevaba en la mano y me tendió una de ellas. El café no me daba mucho más, pero por no hacerle el feo lo bebería.

-Bueno-continuó-el tuyo es chocolate, sé que el café no te gusta.

Le miré confundida. ¿Cómo lo sabía? Nunca se lo había dicho. Él no había vuelto a decir algo que yo no le hubiese contado anteriormente hasta aquel día.

-¿Cómo…?
-Te lo diré si vienes mañana conmigo-me interrumpió.
-¿A dónde?
-Confía en mí. Mañana es sábado, no tienes nada que hacer…-se calló. Tomó aire, como si lo que fuera a decir a continuación fuera todo un reto-pasa el día conmigo.
-¿Me estas pidiendo una cita, Styles?
-Por una más…-señaló a su alrededor con un vago gesto-te recojo a las diez, trae ropa cómoda y no me hagas esperar. Con lo tardonas que sois las mujeres…

Y dejándome con la palabra en la boca se levantó del sofá y se marchó por la puerta. Con la taza de café totalmente llena sobra la mesita de cristal.

Resoplando cogí el mando y encendí la televisión mientras bebía el chocolate que me había preparado Harry. Cuando el capítulo de Castle llegó al final el líquido de la taza también, pero una bonita sorpresa me aguardaba en el fondo de la misma:

Buenas noches, amor. –Styles.”

***
-¿Entonces no tienes ni idea de a dónde vas?
-No.
-Ali, sabes que él me cae bien pero no sé si es buena idea que te vayas por ahí con él un día entero-la preocupación en su voz era bastante visible y lo entendía. La verdad es que yo también estaba igual, en cierto modo, pero también me encontraba intrigada por donde se la había ocurrido llevarme.
-Por eso te lo digo, Eve. Si me pasa algo, si no vuelvo o… yo que sé. Sabes con quien voy a estar y que decirle a la policía.
-¡No seas ridícula!
-Vale, vale. Yo solo lo digo-Evelyn resopló y se levantó del taburete blanco en el cual estaba sentada.
-Ali, me vuelvo a la cama. No sé por qué me despiertas a estas horas si sabes que no respondo. Pásalo bien con Harry y cuando vuelvas avísame. Si no vuelves mándame un WhatsApp… ya me entiendes-me guiñó uno de sus grandes ojos marrones.
- Si anda, vete a dormir que ya estás diciendo estupideces.

Ella se marchó y yo volví a la habitación a ponerme la bufanda y unos guantes. Además, como hoy no llovía ni nevaba cogí el casco imaginando que Harry cogería la moto para ir a donde quiera que fuera a llevarme.

El timbre sonó cinco minutos después y sabiendo que era él salí del apartamento, cerrando la puerta con la llave y bajando las escaleras con tranquilidad. Aunque lo que más bien quería hacer era ir saltando los escalones de dos en dos, de tres en tres, daba igual. Quería hacer lo que más rápido me llevara hasta Harry. Pero por no parecer desesperada me contuve.

Como me imaginaba él me estaba esperando sentado en uno de los asientos de cuero negro de su moto.

-Buenos días, Styles.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Capítulo 11


La habitación blanca, a juego los muebles, y el gran ventanal que tenía daban la sensación de que la luz no entraba por la ventana, sino que salía de las propias paredes y del suelo. Tenía la impresión de que la habitación brillaba.

Tom estaba echado en la única cama que había, tapado con sábanas blancas también. Estaba durmiendo y a juzgar por la expresión de su cara parecía estar teniendo un sueño tranquilo. Veía desde el final de la cama como su pecho subía y bajaba rítmicamente. 

De repente, todo cambió. Las luces del techo se apagaron. Una de las ventanas se cerró de golpe, dejando tras de sí un fuerte sonido que retumbó en toda la habitación. El cielo se tornó gris y una tormenta empezó a caer sobre la ciudad de Londres, pero yo no me extrañé. Me paseé tranquila hasta que estuve junto a Tom y le toqué suavemente la mejilla, mientras las paredes de la habitación se teñían de negro y todo se iba haciendo más pequeño, incluso nosotros. Tom abrió los ojos rápidamente, cuando notó mi mano en él, pero eran negros y, entonces, fue cuando el miedo me invadió. Me giré hacia la puerta, pero había desaparecido, volví a dar media vuelta y él había desaparecido. La respiración se me agitó y noté como el aire, poco a poco, iba desapareciendo, como mis pulmones se cerraban impidiendo el paso de oxígeno a ellos.

Despierta, despierta…

Empecé a escuchar un pequeño sonido que, mientras todo disminuía de tamaño, se hacía más grave y alto.
Despierta, despierta…

Abrí los ojos, bastante aturdida. Por mi cabeza aún pasaban imágenes de ojos negros y habitaciones blancas. Me di cuenta de que mi cuerpo estaba cuidadosamente colocado encima de un sillón granate, arropado con una manta que no cubría mis piernas.

-Era solo una pesadilla.

Miré a la personas portadora de la voz, sus ojos verdes reflejaban preocupación y su mano, tras decir aquello, fue hacia mi frente, apartando el pelo que, por el sudor, se había pegado a ella.

-Estoy bien-intenté sonreír, para hacer que eso fuera creíble. Quizás físicamente lo estuviera, pero mi interior no.

Me quité la manta y me levanté, recibiendo un pequeño mareo a cambio de mi prisa. Su mano sujetó mi brazo cuando me caí de nuevo en el sillón.

-No, no lo estás. Necesitas comer, bueno, ahora ya… cenar. Mery ha vuelto al orfanato-me dijo.
Harry tenía razón. Me salté la comida por estar con Tom o conseguir información de los médicos. Desgraciadamente, la segunda opción no se había podido llevar a cabo.

Me puse en pie, esta vez teniendo más cuidado y acercándome a la cama de la habitación, donde Tom dormía con la máscara de aire en su cara.

-Además-prosiguió-te prometí explicaciones en la comida. En vista de que eso no puedo ser, he decido pasarlo a una cena en la cafetería del hospital-reí por el tono irónico que había utilizado al decir la última parte.

Aquello era algo muy tentador.

Preguntas… respuestas.
Preguntas… respuestas.
Preguntas… respuestas.

Sí, iría a cenar con él a la cafetería del hospital.

Sonreí al reproducir con mi mente el mismo tono burlón que él había utilizado cuando lo había dicho.

-Le diré a una enfermera que me avise si hay cambios con Tom-Harry asintió y nos dirigimos a la puerta de la habitación.

***
Nos sentamos en una de las mesas después de haber comprado un par de bocadillos y unas Coca-Colas.
Apoyé los codos en la mesa y mi barbilla en mis manos entrelazadas, consiguiendo así no perder detalle de los movimientos de Styles. Él rió cortamente al verme.

-Empieza a comer y te iré contando.

Sin pensarlo dos veces quité el plástico que envolvía mi bocadillo de lomo y queso y le di el primer mordisco.

-El otro día me enfadé-aplaudí sarcásticamente.
-Eso lo había notado, quiero saber por qué.
-Por la forma en la que saludaste al rubio ese-contestó con el tono más tranquilo que había escuchado nunca. Aquello cada vez tenía menos sentido.
-Pero… si él no ha hecho nada.

Harry amagó una sonrisa triste y bebió un largo trago.

-No es por eso, amor.
-No te entiendo.
-Mejor.

Decidí dejar correr ese tema, al menos por el momento. Había acabado más confusa de cómo había empezado. Sin embargo, había mucho más de lo que yo quería hablar y tenía pensado hacerlo.

-El día de la fiesta, después de la actuación… ¿Me estabas siguiendo?
-¿Te refieres al primer día que me viste?-asentí-No, ese también fue la primera vez que yo te vi.

No sabía si tenía o podía fiarme de sus palabras, pero por qué me iba a mentir.

-¿Cómo conseguiste mi dirección y demás información en tan poco tiempo?
-Porque soy muy listo-alcé las cejas y Styles torció una sonrisa-tengo mis contactos, amor, pensé que ya lo sabías, y aún no te voy a contar nada más de eso.

“Aún”, detrás de esa palabra se escondía un futuro, esperaba no muy lejano. Después de aquello no quería seguir presionando para saber más, pero todavía me quedaba algo por descubrir aquel día.

Mi táctica era ir en orden cronológico, desde el día en que nos habíamos visto por primera vez hasta el presente. Intentando resolver todas las dudas que me habían surgido durante ese periodo de tiempo. Lo haría siempre que Harry quisiera responder, como ese día. No iba a perder la oportunidad. Solo quería saber una cosa más y no volvería a insistir hasta notar que él iba a cooperar.

Posiblemente, el siguiente tema sería un poco difícil de sacar sin acabar yo un poco herida.

-Y la segunda vez que nos vimos…-empecé, hablando con la boca pequeña.
-¿Cuándo casi te…?

Cerré los ojos, sin querer escuchar nada más y le corte, antes de que siguiera. Conociéndole lo diría sin inmutarse, no parándose a pensar el daño que a mí me causaría.

-Sí.
-¿Qué pasa con ese día?-frunció el ceño mientras le daba un sorbo a su bebida, sin apartar sus ojos de los míos.
-¿Me seguías?
-No.
-¿Entonces?-le incité a seguir, no me quedaría ahí parada, a mitad de información.
-Supongo que antes de conocer a Mike…

¡Anda, que le conoce!

Después de eso, me acordé de que el tal Mike habría pronunciado su apellido

-…te diste cuenta de que había gente bailando, yo era el árbitro de esa “batalla”-hizo las comillas con sus manos-pero llegaba un poco tarde. Tuviste mucha suerte, amor.
-¿De que conoces a…-suspiré-él?-no quería ni que su nombre saliera de mis labios.

La mandíbula de Styles se tensó y el bocadillo que tenía entre sus manos volvió a ser posado en el plástico. Me miró. Su mirada impenetrable. Jamás le había visto de aquella manera. Llegaba a darme miedo.  

Esperé… esperé… esperé. Esperé una respuesta que no llegaba nunca.

-Harry, si quieres dejamos este tema y…

Vi como movió su cabeza lentamente de lado a lado, para después volver a centrarse en mí.

-Es mi hermanastro.

Sus palabras cayeron en mí como un cubo de agua fría por la mañana. ¿Hermanastro? Tenía que estar bromeando. Sin embargo, no tenía la menor pinta de ello.

-No he tenido nunca una buena relación con él. No le veo mucho, yo no vivo con mi padre y su madre y no suelo pasarme por casa. Pero te juro que le voy a romper la cara, Ali. Lo juro.

No, yo no quería que hiciera nada de eso por mí. La violencia no era algo que tolerara.

-Estoy bien, Harry. No hagas una montaña de un grano de arena.

Ni yo me creía la expresión que acababa de utilizar, pero solo recé para que el rizoso dejara el tema a un lado. Desde aquel momento hasta siempre. Naturalmente, no tuve suerte.

-¿Pero te estás escuchando? ¡Qué es mi hermanastro! ¡Joder! ¡Qué mí maldito hermanastro casi te viola!
Y ahí volvió a aparecer. Ese temperamento brusco que él tenía.

Bajé la cabeza. Mis ojos encerraban lágrimas. Quería llorar, pero no delante de él. No me iba a permitir eso, así que me las tragué. Cuando volví a mirarle su cara tenía esa expresión seria que tan poco me gustaba. Pero al verme y darse cuenta de lo que acaba de decir y, sobre todo, el modo en el que lo había hecho todo cambió. Se levantó de su silla y se acercó a mí, cogiéndome la mano y envolviéndome en sus brazos.

-Lo siento, no sé controlarme cuando me enfado-besó mi cabeza-lo siento.

Me permití por uno segundos sentirme cómoda y protegida  en su abrazo, hasta que, cuando pensé que ya era mucho tiempo el que me encontré entre sus brazos, me separé.

El resto de la improvisada cena pasó en silencio. Ni siquiera encontré la voluntad de levantar la cara y mirarle. Styles tampoco mostraba muchas señales de querer ser mirado. Imaginé que todo el tema de su hermano postizo le afectaba tanto como a mí, claro que en diferentes sentidos.  Cuando terminamos cogimos los restos, el plástico del bocadillo y la lata de Coca-Cola, y los tiramos en una papelera que había por allí.
Hicimos el camino en dirección al ascensor, esquivando a unos cuantos médicos que se movían de acá para allá, sin pararse a nada. Aunque también nos encontramos a un par de recepcionistas en una de las máquinas de café de esa planta. Eran como dos mundos diferentes. La tranquilidad por una parte y el estrés y poco tiempo para todo por otra. Desde luego admiraba al segundo grupo desde pequeña.

El ascensor se abrió para nosotros y para otras cinco personas. Sobraba mucho espacio y según ascendíamos la gente se iba bajando, pero nadie subiendo. Hasta que cuando llegamos a la cuarta planta nos quedamos solos.

-Amor-Styles llamó mi atención y me giré para verle-¿Cuánto tiempo estuviste en el orfanato?
Incrédula por lo que había dicho, abrí ojos de par en par y me revolví en mi sitio. No era un tema del que me gustara hablar y menos en un ascensor.
-No creo que sea el momento, ni el lugar, para hablar de eso-dije, señalando a mí alrededor con el brazo. Styles, pareció entender a lo que me refería y asintió.

Las puertas volvieron a abrirse en la planta número seis y nosotros, otra vez, hicimos el recorrido hasta la habitación de Tom. Cuando abrí la puerta me encontré una bonita sorpresa, el pequeño tenía los ojos abiertos y me miró sonriente cuando entré en su campo de visión.

-¡Ali!-gritó entusiasmado con su aguda vocecilla mientras daba pequeños brincos en la cama. Preocupada, porque sabía que con una crisis asmática no debía hacer muchos esfuerzos, fui a su lado y le abracé, haciendo que se calmara.

Le presenté a Styles, y también le dije lo poco que le gustaba que le llamaran por su nombre, por lo que Tom lo hacía para fastidiarle. Pero en cada una de esas veces, el rizoso siempre soltaba unas de esas sonrisas en las que sus hoyuelos aparecían.

Yo jugaba con Tom al calienta manos, mientras Styles nos observaba desde el sillón en el que yo me había echado una siesta. Pensé que tenerle en el hospital por mi culpa iba a ser como una condena para él, pero parecía justo lo contrario, que no se aburría.

De pronto, Tom paró y se acercó a mi oído, yo le imité para que pudiera contarme el pequeño secretillo.

-¿Es Harry tu novio?

Pese a las condiciones en que lo había dicho, en mi oído y con una mano tapando su boca, el sonido de su voz sonó lo suficientemente alto como para que Styles lo escuchara. Me separé y me volví a sentar recta en la cama, dirigí la mirada a la derecha, para cruzarme con la de Harry. Los dos estábamos serios, no había nada entre nosotros, pero tampoco nos tratábamos exactamente como unos amigos. Y los dos éramos conscientes de ello.

Desde que nos habíamos conocido todo había cambiado. Su comportamiento, el mío. Nuestra relación era incluso más intensa. Yo había aprendido a vivir de otra manera… Y en ese momento me di cuenta de que en apenas unas semanas todo era muy distinto y que no me importaba que siguiera cambiando, si cambiaba con él.

-No-contesté finalmente.
-Mejor, porque yo quiero que estés con Matt. No digo que Harry me caiga mal, pero el mejor es Matt.
-Gracias por lo que me toca, pequeño-dijo Styles con ironía y parte de ternura que jamás había escuchado en su voz.

Reí, pero duro poco. Lo justo hasta que mi mente relaciono la palabra Matt con Eve, una llamada y Tom en el hospital.

¡No les había avisado! Me iban a matar.

Ellos dos también conocían y adoraban a Tom. Venían conmigo algunos domingos, cuando Carter no trabajaba en el taller con su padre o cuando Evelyn no tenía alguna prueba para alguna función. Yo por eso, siempre decidía tener los domingos libres. Era el día de Tom y nada ni nadie iban a cambiar aquello.

Me acerqué a mi pequeño bolso marrón y saqué el móvil. Salí de la habitación diciendo a quien iba a llamar y, al mismo tiempo, riéndome por la cara de terror de Styles. Supuse que no quería quedarse solo con Tom, por no saber de qué hablar. Pero ¿no tenía mucha labia? Que la utilizara para algo útil y no solo para conseguir llevarse chicas a su casa. Ese pensamiento me enfadó ligeramente, pero no me quería pararme a pensar en eso y, con un movimiento de cabeza, lo saqué de mi mente… Por el momento.

Una vez fuera de la habitación tecleé el número de Evelyn, pensando que Matt se pondría demasiado nervioso.

-¡Aliiiiiiiiiiiiii!-escuché en la otra línea cuando mi amiga descolgó en el tercer bip.
-Eve, estoy en el hospital.

Silencio…

-¿Qué ha pasado?-su tono de voz cambió drásticamente. Del alegre a un serio que a veces daba miedo en ella.
-Es Tom, le ha dado otra crisis.
-¿Cómo está?

Esta conversación ya me parecía hasta monótona. Siempre eran las mismas preguntas con las mismas respuestas y en el mismo orden.

-Bien, ya sabes. En la cama, con la mascarilla al lado, por si acaso, y sin hacer esfuerzos.
-¿Avisaste a Matt?
-No.
-Vale, le llamo y vamos hacia allí.
-Habitación 648. En la zona de siempre. Adiós
-Ahora nos vemos-y colgó.

En una media hora les tendríamos con nosotros.

Volví a entrar en mi habitación y me encontré con Styles haciéndole cosquillas a Tom, mientras esté se retorcía en sus brazos.

-Tened cuidado, que tú-señalé a Tom-no te puedes cansar mucho.

Los dos me miraron mal y Harry se fue a sentar al sillón de la habitación. Yo volví a ocupar el asiento de la cama.

Estuvimos los siguientes diez minutos hablando tranquilamente. Yo contaba anécdotas que pasaban en los ensayos, Styles habló de su trabajo en Pinneapple y Tom solo nos escuchaba como si le estuviéramos contando la mejor historia del mundo.

-¿Y cómo os conocisteis?-preguntó de repente. Algo que me hizo gracia, pues esas eran las típicas preguntas que se hacen al principio.
-Pues…-empecé, pero me quedé ahí. No tenía ni idea de que decirle. La manera en la que Styles y yo nos conocimos no había sido muy común.
-Por mi hermanastro-se apresuró a contestar Harry. Sin embargo, se pudo notar que su voz había sido muy tensa. Recé para que Tom no se diera cuenta de ello. Afortunadamente, así fue.
-¿¡Hermanastro!?-abrió mucho sus ojitos y con la mano se tapó la boca-¿qué pasó? ¿Tus padres no están juntos?-se aventuró a decir y yo casi le riño por hacer preguntas tan íntimas, pero se adelantaron a mí.
-No, pequeño. Mi madre murió hace unos años y mi padre se casó con otra mujer.

De forma automática miré hacia él y, para mi sorpresa, hacía lo mismo que yo. Sus ojos encontraron los míos y supe que esa información no había sido para Tom, sino para mí. Para que yo supiera más de él y empezara a confiar.

Lo que Harry no sabía es que ya lo había comenzado a hacer.

jueves, 20 de junio de 2013

Capítulo 10


El camino de vuelta a casa había sido igual de silencioso que el de ida. Ninguno de los dos tenía nada que decir. Bueno, en realidad, yo tenía muchas cosas que decir, pero no encontraba las palabras adecuadas para poder hacerlo. Hasta entonces lo mejor era estar callada, o eso creía.

Giramos la última esquina que había antes de llegar a mi apartamento. El reloj del coche de Harry marcaba la una de la mañana. Íbamos a quedarnos algo más de tiempo. Sin embargo, el ambiente entre todos era demasiado tenso. Se notaba que algo iba mal y nadie quería seguir allí. Cualquier persona que no nos conociera lo hubiera notado.

El coche frenó en seco de repente y el cinturón impidió que saliera disparada del asiento. Miré hacia abajo con el corazón en un puño, como agradeciendo tener puesto el cinturón, y vi un brazo musculoso sobre mi barriga. Lo seguí con la mirada terminando en la cara de Styles, que como llevaba haciendo toda la noche me miraba seriamente.

-Lo siento-me dijo apartando la vista y el brazo de nuevo hacia la carretera, poniendo el freno de mano a la vez.
-¿Por qué?-pegunté en tono irónico-solo llevas siendo un insoportable toda la noche y todavía no sé la razón ¿Pero por qué lo ibas a sentir?
Apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y se giró para mirarme.  Alargó la mano para acariciarme la mejilla, pero antes de que me pudiera tocar me aparté. Suspiró.
-Solo… perdóname.

Sus palabras solo aumentaron mi enfado.

-¡No! Quiero una explicación. No puedes hacer siempre lo que te da la gana y después que no pase nada. Ese será tu mundo, pero no el mío.

Me quité el cinturón rápidamente y salí del coche, sin mirar atrás. Aquello era tan parecido a la noche de nuestra cena…

Cuando cerré la puerta con fuerza esperé a que Harry bajara del coche, o hiciera algo, cualquier cosa. Lo que sea para saber que el lunes iba a seguir estando ahí, pero la respuesta que obtuve me redujo el corazón a un montón de pedacitos pequeños y rotos. El motor del R8 sonó potente, rompiendo la tranquilidad de la noche y el coche se esfumó por el final de la calle, dejando consigo una estela de humo combinado con las lágrimas que de mis ojos salían.

Sabía que parte del problema que se había creado era culpa mía y yo había decidido algo. Algo que dudaba pudiera hacer, no después de lo que acaba de pasar. Mi idiotez y orgullo lo habían llevado todo a un callejón oscuro y sin salida.

Esperé unos minutos más en la calle al coche de Jack, donde estaban Eve y Carter, pero no llegaba y el frío se estaba calando en mí. Cruzándome de brazos e intentando calentarme, entré dentro del moderno edificio, mientras me mentalizaba que ya no había nada que pudiera hacer. Mi vida volvería a ser igual de aburrida y monótona que siempre.

Llegué al piso de mi apartamento y entré en él con la cabeza gacha. Lo único de lo que tenía ganas era de comer un helado, tirarme en la cama y dormir largo y tendido hasta la mañana siguiente, o incluso la tarde. Aunque bien sabía que siendo domingo no podía hacer eso.

Al final, el cansancio y la tristeza me vencieron y me metí en la cama sin comer el helado. Quería echarme, llorar y dormir. Y eso fue exactamente lo que hice.

***
Otro día lluvioso y helado en Londres ¡Qué raro! Ni siquiera tenía ganas de salir de la cama. La vista que tenía desde ella de la calle no era muy acogedora. Era el típico día de quedarse en casa, con una manta, un chocolate caliente y viendo películas románticas con tus amigas. 

Aunque cuando por segunda vez la alarma de mi despertador sonó, me quité el edredón y salí hacia el armario tambaleándome ligeramente. Cogí lo primero que llegó a mis manos y me lo puse lo más rápido que pude, iba a llegar tarde a coger el tren y si lo perdía tendría que esperar media hora. Cuando estuve vestida me recogí el pelo en una trenza de lado y poniéndome mi bufanda salí corriendo de casa, sin pararme a cerrar con llave como normalmente hacía. Lo único en lo que mi cabeza pensaba era en Tom, el pequeñín de pelo castaño alborotado. ¡Dios, no podía perder el tren!

Bajé las escaleras de tres en tres, dando saltos, ni siquiera me podía permitir esperar al ascensor. En la calle hacía tanto frío como me imaginaba y mientras empezaba a caminar, a paso rápido, abrí el paraguas para resguardarme de las gotas que caían del cielo. Había el tráfico típico de una mañana de domingo en una de las ciudades más importantes que existían. Algo a lo que te acostumbras con el tiempo si no eres de aquí. Aunque estaba escuchando más bocinas de coches de las normales, así que giré la cabeza para comprobar cuál era la raíz de aquel escándalo, sin dejar de caminar.

-¡Amor, sube!

Por supuesto… ¿Cómo no iba a ser él el causante de todo aquello? Pero una cosa tenía segura, saber que no le había perdido me había hecho sonreír.

-Sé que quieres, vamos ¿No ves el tráfico que estás creando?

¿Qué yo estoy creando? Pero tendrá morro…

Intentando camuflar una sonrisa apretando mis labios en una fina línea, miré el reloj de mi muñeca y resoplando subí al coche. Teniendo cuidado con los coches que pasaban, cuyos conductores no me miraban muy contentos. Una vez que estuve en el asiento delantero volvió a ponerse en marcha, redirigiendo de nuevo el tráfico.

-Tú dirás-le miré, mordiéndome el labio inferior.

-Al orfanato…-murmuré, apartando la vista a por la ventana por la que corrían un montón de gotas de lluvia.
Escuché como Styles estuvo a punto de decirme algo, pero al final se quedó callado. Mejor, era lo que quería. Podía ser que había aceptado ir en su coche, pero solo porque iba a llegar tarde.

-¿Cómo sabías que iba a salir hoy de casa?

Volví la cabeza hacia él y me dio una mirada ladeando la cabeza, acompañada de su sonrisa.

-Evelyn-susurré y el asintió lentamente.

Esta chica no tenía remedio…

-No te va a ser tan fácil. Lo sabes, ¿verdad?-le dije sin apartar la vista de él.
-Te lo explicaré durante la comida, lo prometo-me miró y me guiñó un ojo, profundizando la sonrisa y sus dos hoyuelos apareciendo. En esos momentos parecía un niño pequeño y me encantaba.

Mi cuerpo lleno de anticipación, por la idea de que por fin iba a obtener algunas respuestas a las preguntas que llevaba haciéndome desde que le había conocido. Posiblemente él solo quería explicarme su comportamiento de anoche, pero no podía perder la oportunidad de sonsacarle algo más de él, de su vida, o, simplemente, como había hecho para saber todas esas cosas de mí. Eso era lo más importante de todo. Porque, al fin y al cabo, era algo a lo que seguía teniendo miedo. Algo de lo que desconfiaba.

***
Salimos del coche cuando él lo aparcó en frente del orfanato.

-Amor, ¿por qué aquí?
-Yo también tengo secretos, Styles.

No era el momento, ni lugar oportunos para contar eso y menos a él.

Me subí la cremallera de la chaqueta y empecé a caminar al interior del edificio, escuchando los pasos de Harry detrás de mí sobre los charcos que había por el suelo de cemento. Llegamos a la entrada y él estaba dispuesto a abrir, pero antes tenía que asegurar algo.

-Prométeme que no harás preguntas mientras estemos aquí, Harry-frunció el ceño y entrecerró los ojos, finalmente asintió y empujó la puerta para entrar.

El en vestíbulo, extrañamente, no estaba Mery. Caminé a la oficina que había detrás del mostrador donde ella se solía sentar y llamé un par de veces a la puerta, sin obtener respuesta. Aquello era realmente extraño.

-¿Qué pasa?
-Pues…-dudé un par de segundos-creo que algo no va bien.

Sin esperarle, sabiendo que me seguiría, subí las escaleras de madera hasta el segundo piso, hasta la habitación 204.

-¿Tom?-pregunté mientras abría poco a poco la puerta.

La habitación estaba completamente vacía y me empecé a preocupar seriamente. Este llevaba siendo mi horario de visita a Tom desde hacía tres años. Siempre el mismo ¿Qué estaba pasando?

-¡Tom!-salí corriendo de allí.
-¡Amor, espera!

Por el pasillo había varios niños que habían salido de sus habitaciones, pero no me paré a hacerles caso, solo me dedicaba a esquivarles. Bajé de nuevo al piso del vestíbulo, gritando el nombre de Mery, nadie venía.

-Ali, ¿se puede saber qué te pasa?
-No está, Harry.

El pánico de mi cuerpo, se mezclaba con la confusión y el agujero que se había creado al poder pesar una separación, sin ser avisada, entre el pequeño Tom y yo.

Aún recuerdo el día que yo salí de allí, del orfanato. Mery entró en mi habitación para despertarme, como hacía cada mañana, pero había algo diferente. La sonrisa de su cara era distinta a cualquiera de las otras veces que la había visto. Estaba feliz, más que de costumbre. Irradiaba un tipo de sentimientos que no sabía decir cual podía ser, pero que siempre mostraba cuando habían adoptado a un niño y se iría con su nueva familia. Supuse que esa persona sería Tom, mi adorable compañero de habitación. Ella nos levantó a los dos, avisándonos del desayuno y como siempre hacíamos bajamos en pijama al comedor.  Después me acuerdo de que todo pasó muy rápido. Mery no me dejó entrar a desayunar, me dijo que tenía que cambiarme e ir a la oficina de la directora, cosa que hice sin rechistar. Sabía que clase de persona era la directora de allí y era mejor no hacerla enfadar, acatar lo que decía al momento y estarse callado cuando estabas a su lado. Realmente era una mala persona. Pero, también, cuando entré al despacho había algo diferente. Los asientos de terciopelo rojos estaban ocupados por una pareja, una pareja que conocía bastante bien. Busqué por la habitación a mi moreno amigo, para encontrarle sentado en el único sillón, haciéndome señas para que fuera junto a él. En mi mente solo una pregunta rondaba ¿De verdad los padres de Matt me iban a adoptar? Era extraño, siempre habían sido muy amigos de mi madre y por lo tanto las dos familias éramos como hermanas, pero llegar a pensar en ellos como unos “padres”…

Y entonces estaba pasando lo mismo, Mery no estaba, Tom tampoco y yo… Yo estaba perdida.  Giré mi cabeza hacia la derecha y vi el odioso despacho de la directora, con la puerta traslucida. Caminé hacía allí sin vacilación, mientras Styles me llamaba por detrás. Agarré el pomo cuando lo tuve cerca y entré sin llamar, era la primera vez que hacía eso.

-¿Dónde está Tom?-pregunté sin dar un saludo primero.
-Srta. Young, debería saber usted que no me gusta que entre así en mi despacho.

Su chillona e insoportable voz ya estaba metida en mi cabeza, sonaba  como si fueran martillazos, y por supuesto que sabía acerca de sus preciadísimas reglas sobre cómo o no entrar en su despacho, pero a mí ya no me afectaban.

-Te he hecho una pregunta, Margaret

Incluso me daba asco oír salir su nombre de mis labios.

-Amor, cálmate.

Me giré para hacerle cara a él. Él no lo entendía, no tenía la más ligera idea de lo que significa Tom para mí, era como mi hermano pequeño.

-No te metas en esto, Harry. No lo hagas.
-Pero explícame que pasa.

Se acercó hasta poder colocar sus manos en mis hombros, bajándolas hasta mis manos y cogiéndolas. Un gesto que, de alguna manera, me tranquilizó. Estaba a punto de pasar mis manos por su cuello para abrazarle cuando un carraspeo me hizo darme cuenta de donde seguía estando. Así que me solté.

-Contésteme-dije, exigiendo mi respuesta.
-Está en el hospital, Allison.

Mis ojos y mi boca se abrieron de manera sincronizada y mi mundo pareció derrumbarse lentamente. La miré con las lágrimas que rápidamente se habían acumulado en mis ojos. No era la primera vez que Tom ingresaba en un hospital, solía tener ataques asmáticos muy fuertes, pero hacía dos años que no le pasaba nada y pensamos que ya se le había quitado. Por lo que se veía, estábamos equivocados.

-¿En el de siempre?-pregunté, obtuve un leve asentimiento y salí de allí tirándome de la mano de Harry.
-Vamos a St Thomas’ Hospital, Harry, por favor.
-No tardaremos mucho, conduciré rápido.

Y no me mintió, fuimos todo el camino a una velocidad extrema, pisaba el acelerador a fondo siempre que podía y más de una vez me imaginé al coche precipitándose contra algo, pero Harry conducía bien, sin duda.
Intentaba distraerme contándole la historia de Tom, quien era y como le conocí, afortunadamente no hizo preguntas de por qué yo estuve en ese orfanato, desde luego no estaba preparada para contárselas entonces. Algún día lo haría, sin embargo, antes, él tenía que responder a muchas de mis dudas.

Llegamos al hospital en la mitad de tiempo de lo que lo hubiéramos hecho yendo a una velocidad normal, y lo mejor fue que llegamos sin daños físicos.

Entré seguida de Styles, quien al ver cómo me paraba al dar el primer paso al interior dejó un beso suave en mi mejilla y cogió mi mano, entrelazando nuestros dedos.

-Vamos, amor, él te necesita ¿no?

Me alegraba que estuviera a mi lado, apoyándome. A veces podía ser un capullo, pero otras no se me ocurría a nadie mejor para tener junto a mí. Ni siquiera Matt o Evelyn y no entendía muy bien por qué. Aquello me trastocaba ligeramente.

-La habitación de Tom Jepherson, por favor-dije cuando el mostrador se encontraba delante de mí.

La mujer morena me miró por encima de sus gafas. Si algo había que odiara de los hospitales eran las recepcionistas, muchas de ellas eran demasiado maleducadas como para trabajar de cara al público y tenía la impresión de que había topado con una de esas personas.

-No puedo dar esa información.

¡Bingo! Que suerte tengo.

-Verá, señora…-la mano de Harry en mi hombro me paró.
-Espera ahí sentada mejor-me señaló unos asientos colocados a un par de metros y refunfuñando por lo bajo caminé hacía allí.

Observé como Styles hablaba con la señora, de alguna manera me parecía que la estaba seduciendo. Seguro que estaba poniendo esa voz tan ronca y sexy que le salía cuando hablaba muy cerca de mi cara. Apreté los dientes cuando él se inclinó para aproximarse aún más cerca y susurrarle algo en su oído, algo a lo que ella respondió con una risilla de colegiala enamorada. Pinchazos, de lo que sabía perfectamente eran celos, atacaban a mi corazón.

Poco después Styles se separó de ella y m hizo una seña con la mano para que volviera con él, de mala gana lo hice.

-Habitación 648-su tono de voz orgulloso.
-Genial-mascullé y caminé a los ascensores.
-No te pongas celosa-me dijo riendo.
-¿Quién ha dicho que lo esté?-alzó una ceja para después negar con la cabeza, divertido.

El ascensor parecía no llegar nunca y me estaba empezando a poner nerviosa. Noté el cuerpo de Styles tras mi espalda y después sus manos en mi cintura. Sus labios hacían cosquillas en mi oído cuando habló.

-Tranquila, amor, él va a estar bien.

domingo, 2 de junio de 2013

Capítulo 9


Volví a repetir el giro, levantando la pierna derecha y estirándola, formado un perfecto ángulo de 90º, para así coger más impulso. Pero como las otras cinco veces caí al suelo,  antes de completar el primer de los dos giros.

-Mierda-maldije.

Encogí mis rodillas y las abracé, haciéndome un ovillo, intentando protegerme a mí misma de un peligro que, en principio, no existía.

Una mano apareció en frente de mi cara y la cogí, en un simple gesto volvía a estar sobre mis dos pies.

-Otra vez-me dijo con voz severa.
-Es imposible, no me sale Harry.

Alzó una ceja y se cruzo de brazos, claramente molesto por mi rendición. Pero ¿qué iba a hacer? No quería volver a hacerme daño, mi trasero ya sentía el dolor de cada caída.

Vi a Styles alejarse hacía el otro lado de la sala, dejándome a mí sola en el medio de la habitación y él pegado a una pared.

-Corre-una mueca confusa apareció en mi cara.

¿Corre? ¿Qué significaba eso? Con él todo eran preguntas, siempre.

Lo comprendí al segundo siguiente, cuando Harry rápidamente había empezado a caminar la distancia que nos separaba, a paso ligero. Él quería que escapara. Di media vuelta, al ritmo de la canción que en ese instante sonaba If you could see me now ¿Cómo había hecho eso?

Alcancé el pomo de la puerta y, como no estaba cerrada, solo tuve que tirar y acto seguido correr. La siguiente pregunta era a dónde. Mi casa no era del todo grande, lo justo para una sola persona, y Styles la conocía entera. Menos… menos mi habitación. Corrí todo el camino de frente, sin mirar atrás. Él quería que corriera, yo lo iba a hacer.

Hice un giro rápido al llegar a mi salón y me metí en el siguiente pasillo y en ese momento me di cuenta: estaba yendo en el sentido contrario. No estaba pensando con claridad, el por qué ni yo lo sabía.

Volví al salón y entré en la cocina, pasando por la puerta del final de esta. De nuevo eché a correr mientras escuchaba los pasos y la risa silenciosa de Styles detrás de mí. Él estaba cerca. Ya podía ver la entrada de mi habitación y sonreí triunfal. La fría superficie  del pomo entró en contacto con mi mano, pero no fue lo único que mi cuerpo toco. Un musculoso brazo apresó mi cintura, descorriendo el camino ya hecho. Gruñí.

-Bájame-exigí, pero en respuesta solo obtuve una sonora carcajada-imbécil-susurré.
-Te he oído.
-Eso es lo que pretendía.

De repente, sentí sus rizos rozando mis pestañas y después sus labios sonriendo en mi mejilla. El calor a ellas, llegó tan rápido como él separándose de mí. 

Mi cuerpo fue dejado con suavidad encima del sillón ¿Cuándo habíamos vuelto allí?

-¿Por qué me has mandando hacer eso?-se encogió de hombros, a la vez que ocupaba el sitio vacio junto a mí.
-Para que te des cuenta de que hay cosas imposibles, como escapar de mí, y otras tan simples, como hacer un doble giro sin caerse al suelo. Además, me aburría.

Su razonamiento no tenía sentido, excepto la última parte. Aún así decidí no contestar. No había mucho que decir después de aquello. Pero una duda corría por mi mente, una duda que necesitaba una respuesta, y quizá él la supiera.

-¿Por qué no me sale?
-No crees lo suficiente en ti. Por si no te has dado cuenta, ese mismo giro lo has hecho conmigo al lado y los ojos cerrados ayer, amor.

Le miré seria, esa confesión me había trastocado. No podía estar hablando en serio. Bueno, aunque con Styles cerca, todo era serio. Era real.

Mi mente seguía procesando la información dada. Tampoco había mucho que pensar, pero, en el poco tiempo que había pasado con Harry, había aprendido a analizar todas las palabras que salían de su boca. Buscándoles un doble significado o un sentido. Pero esta vez no había nada detrás de sus palabras, había sido muy claro: yo solo hacía el giro bien cuando él estaba pegado a mí, guiándome. Lo que automáticamente hacia que yo confiara en él, al menos cuando se trataba del baile, y el problema era que yo no quería. No quería confiar en él, ni cuando bailábamos, ni en ningún otro aspecto de la vida. Pero también sabía que a eso me había expuesto cuando le pedí su ayuda. En aquel momento le había dejado la puerta abierta para entrar en mi vida, y eso era precisamente lo que él estaba haciendo. Colarse en ella.

-¿Qué piensas, amor?-le miré, aún un poco en mi mundo.
-En ti…

Abrí los ojos al segundo de darme cuenta de lo que había dicho, pero era demasiado tarde. Styles lo había escuchado perfectamente. Prueba de ello, su característica sonrisa.

-No, quiero decir… Yo pensaba en…-el timbre sonó tres veces, ese era el aviso de que Evelyn estaba detrás. Bendita sea.

Me acerqué a la puerta, a la vez que con una goma me hacia una desordenada coleta.

-Esto no se va a quedar así-escuché antes de abrir la puerta y, sin querer, sonreí.
-Hola, Eve-me estrujó y al ver por encima de su hombro, la cara sonriente de Matt apareció-¡Carter!-resopló y corrí hacia él. Sus brazos me levantaron del suelo en el abrazo.
-Hacía mucho que no te veía, pequeña.
-¡Styles, hola!

Vaya, parecía que Eve ya le había visto. Sentí el brazo tenso de Matt alrededor de mi hombro y tuve que reprimir la risa. Me hacía gracia que Carter fuera tan protector conmigo, más de lo normal, cuando Harry estaba cerca.

Vi la escena que se producía delante de mis ojos, Styles y Eve se abrazaban, a modo de saludo, y volvían a ocupar los asientos en mi sofá mientras hablaban animadamente. Cada día me sorprendía más la facilidad de palabra de mi amiga y bueno el rizoso tampoco se quedaba muy atrás. Fui a la cocina, dejando a Matt un poco confundido cerrando la puerta.

 Cogí un vaso y lo puse debajo del grifo, llenándolo de agua.

-¿Qué hace aquí?
-Pensé que Eve te lo diría-le contesté, al mismo tiempo que llevaba el vaso a la boca y bebía el líquido fresco. La verdad era que estaba muy cansada.
-Y lo hizo, pero no la creí. Te estás confundiendo, Ali.
-Es la única manera que tengo de no perder la mejor oportunidad en mi vida. Entiéndelo-besé su mejilla y volví al salón.
-¿Entonces quieres venir con nosotros mañana?

Casi se podía escuchar los engranajes de mi mente, pensando a donde se supone que iríamos mañana. Mañana sería sábado, yo no tenía ensayos, Evelyn tampoco y Matt no trabajaba… Ensayos, ensayos, ensayos… ¡Jack! Habíamos quedado con Jack y Eve le estaba invitando a venir con nosotros.

Desde detrás de Harry le hice señas a Eve para que rectificara, pero cuando me vio solo me guiñó un ojo. Estaba claro que no iba a cambiar de opinión.

-Sí, por qué no. ¿A dónde iríamos?-mierda.

Estaba a punto de matar a Evelyn. Por alguna razón ella quería que Harry viniera con nosotros, razón que creía imaginarme.

-No lo sé, vamos con Jack, el amigo de Ali.
-¡Ah! ¿El idiota?-me miró y asentí, un poco cabreada con la palabra que había dicho para dirigirse al él-entonces iré seguro. No me lo perdería. ¿A qué hora?
-A las ocho va a pasar Jack a buscarnos en su coche-contesté de mala gana. De verdad que no entendía este cambio de última hora. Iba a tener que hablar seriamente con Evelyn, de lo que tenía o no tenía que hacer.
-Pero tú iras conmigo en la moto ¿Verdad, amor?

Iba a contestar rápidamente, tenía muy clara la respuesta. Pero le miré y ese fue el gran error. Sus profundos ojos verdes esperaban que hablara. Su mirada parecía traspasarme, parecía ver más allá de lo que yo le mostraba, y en ese momento me sentí desnuda.

Quería decirle que no y eso sería lo que una chica inteligente haría, pero sus ojos… Sus ojos eran más fuertes que yo, me podían.

Prometo aprender a  saber superar su mirada.

-Está bien-respondí, al final, resignada.
-Mal, Allison-la voz ronca de Matt resonó suave en mi oído.

Sabía que estaba mal, pero me había hecho una promesa.

La iba a cumplir.

***
Mi gorrito negro completaba el conjunto del sábado. Mis piernas vestían unos pitillos negros y llevaba puesta una camiseta de manga corta blanca, encima de esta un jersey fino rosa palo. Unos botines de tacón, negros también, cubrían mis pies y por último una chaqueta rosa que me llegaba algo más arriba de los muslos.

El timbre de casa sonó y acto seguido me apresuré al salón y cogí el bolso, sin olvidarme por supuesto del casco. No me molesté en mirar quien era, más que nada porque ya lo sabía.
Abrí la puerta del portal y vi el flamante R8 de Harry, con él apoyado en el capo y cruzado de brazos. Al verme sonrió.

Mi atención fue rápidamente desviada hacia el chico rubio separado unos metros de él.

-Ali, estás preciosa-me dijo mientras se acercaba a mí y me envolvía en sus brazos.
-Gracias, rubio. Tú no estás nada mal tampoco.

Cuando me soltó, ya que el abrazo había durado algo más de lo que la acción requería, vi que Styles no había cambiado su posición, pero su cara, como a menudo hacía, había cambiado a ser seria. Tenía el ceño fruncido y me miraba inquisitivamente.

-Hola-dije, pero solo recibí un movimiento de cabeza en mi dirección. ¿Pero qué le pasaba a este?

Esperamos unos minutos más a que Eve y Matt bajaran. Durante ese corto periodo de tiempo nadie habló y me sentía demasiado incómoda. Al final, decidí romper con el silencio. Me estaba poniendo muy nerviosa.

-Styles ¿no íbamos a ir en tu moto?
-Sí-su voz no podía haber sido más cortante, pero no me iba a amedrentar. Le exigiría explicaciones y las iba a conseguir. Estaba cansada de que las cosa siempre fueran como él quería.
-¿Entonces…?-le incité a seguir.
-A lo mejor llovía-miré al cielo para comprobar que tenía razón, nubes negras se cernían sobre nosotros-preferí el coche.

***
Las calles de Londres solo estaban alumbradas por la luz artificial de las farolas y por las calles paseaban jóvenes, aunque siendo sábado noche eso no me extrañaba. Algunos iban cogidos de la mano, otros iban en grupos riéndose o simplemente hablando.

 El coche de Styles seguía al de Jack, donde iban Matt y Eve también. Me preguntaba de que estarían hablando o si estarían teniendo una conversación tan “animada” como Harry y yo. Desde que nos habíamos montando en su coche no habíamos abierto la boca. Él se había puesto al volante y condujo en silencio y eso me estaba recordaba a la vez que me había invitado a cenar. No me gustaba que se comportara así conmigo, tan serio y enfadado, y menos si no tenía una buena razón para hacerlo.

Paramos en un semáforo y le observé, dándome cuenta de que él hacía lo mismo. Le aguanté la mirada, un poco mosqueada porque no me había dirigido una mísera palabra. Me frustraba demasiado no saber qué problema tenía conmigo. Cuando escuchamos el bocinazo del coche detrás del nuestro, Harry volvió la vista a la carretera y arrancó.

-Vale, se acabo. O me dices que te pasa o me bajo del coche y vuelvo caminando a mi casa.

No me contestó y hubiera pensando que no le dio importancia a mis palabras si no fuera porque sus manos apretaron el volante, quedando sus nudillos blancos. Le puse mi mano encima de una de las suyas, la cual apartó.

-Harry…
-¡Joder, Allison, qué no me pasa nada!
-¿Allison? ¿En serio?
-¿Es tu nombre, no?                                 
-Sí-acabé.

Estaba demasiado sorprendida para pensar con claridad y que me hubiera llamado así no mejoraba las cosas. Me sacaba de mis casillas. No entendía porque entonces me molestaba tanto que me llamara por mi nombre, pero lo que todavía me enfadaba más era no saber la razón.

En todo lo que quedaba de trayecto no volvimos a hablarnos y, por lo menos yo, no le dirigí una sola mirada más, por mucho que eso fuera lo que quería. Antes incluso de que él acabara de aparcar, me bajé del coche dando un portazo y yendo con mi amigos.

Sabía que había sido una mala idea que Evelyn le invitara a venir con nosotros. Él estaba fuera de lugar con todo mi mundo, igual que yo lo estaba en el suyo. No sabía en qué estaría pensando cuando le pedí ayuda.

-¿Y esa cara?-me preguntó Evelyn cuando estuve a su lado.

Hice un movimiento con la mano, diciéndole que no pasaba nada. No quería ponerme a contarlo allí. Miré al cartel del club, para darme cuenta que no era una discoteca.

-¿Un Karaoke? ¿De verdad?-arqueé una ceja. Divertida por la idea de Jack.
-¡Pues claro!-contestó animado-mis amigos están dentro, vamos.

Escuché como Evelyn y Carter hablaban con Styles, pero no me paré a entender lo que decían. Más que nada porque en ese momento no quería saber nada que tuviera relación con Harry. Solo quería pasar una buena noche.

Entramos en el establecimiento, estaba repleto de gento y unos focos apuntaban a un pequeño escenario donde había dos chicas cantando una canción que me sonaba, pero no sabía el nombre. Jack nos llevó a una de las múltiples mesas redondas que había en el local. Allí se encontraban dos chicos y una chica.

-Ya era hora, tío-dijo unos de los chicos, el moreno.
-Lo siento, había tráfico.

Hicimos las presentaciones. El chico moreno se llamaba Blake, y el castaño Derek, la chica que según su comportamiento deduje era la novia de Blake se llamaba Lara. A simple vista parecían buena gente y siendo amigos de Jack seguro que lo eran.

-Así que tú eres Allison-me dijo Derek sonriendo.
-Ali para los amigos-contesté devolviéndole la sonrisa.
-O amor-escuché pronunciar a Matt irónicamente.

En vez de decirle que se callara o algo parecido, mi cuerpo actuó por sí solo y dirigió mis ojos a Harry, quien miraba a la mesa con los dientes apretados, lo que hacía que se le notara el hueso de la mandíbula. Si tan mal se lo iba a pasar, ¿por qué había venido?

-¿Estáis juntos?-preguntó Lara.
-¡No!-se apresuró a contestar Eve, dándole un sonoro beso a Matt. Dejando claro quien estaba con quien.

Negué con la cabeza mientras me reía de los repentinos celos de mi amiga.

Hablamos un poco más, intentado retener toda la información sobre las personas que acabamos de conocer. Eran gente muy peculiar, pero  sin duda graciosa.

No sé cómo, pero en un momento estaba en el escenario, Eve a mi lado sonriendo y la gente mirándonos.
La música empezó a sonar, una canción que conocía perfectamente y que además describía mis sentimientos en ese momento a la perfección.  

One and Only

Me bajé del escenario en el momento en que la última nota sonó, sin mirar a nadie. No podía seguir allí de pie, fingiendo que no pasaba nada. Porque yo no sabía fingir.

Había sido una mala idea, la peor de todas, dejar que él entrara en mi vida y tenía miedo de que se fuera. Ya no podía volver atrás, no podía volver a mí anterior vida. No después de que Harry irrumpiera en ella tal y como lo había hecho, y me hubiera ensañado en que había algo más ahí fuera. Algo que, con su ayuda, aún estaba descubriendo.

No podría olvidarme de salir de un ensayo y encontrarle esperándome, sonriéndome.  Tampoco podría olvidar nuestros paseos en motos, porque eran eso: nuestros, todos y cada uno de ellos diferentes. Ni las peleas por cualquier tontería. Mi “cena algo” y su “no, ya cené”. Sus repentinos cambios de humor. Como su cuerpo enseñaba al mío nuevos movimiento. Cuando sus labios pegados a mí oído me decían que hacer mientras mis ojos estaban cerrado. La manera en la que pronunciaba “amor” y lo mucho que me gustaba que lo hiciera. Todas las veces que mi respiración se aceleraba y escalofríos corrían por mí cuerpo al sentirle cerca, mis ganas de besarle en esos momentos.

Simplemente no podría olvidarlo.

lunes, 20 de mayo de 2013

Capítulo 8



<<Te voy a recoger cuando salgas del ensayo>>

Puse los ojos en blanco, podía ir caminando solita y él podía esperar a que yo llegara a casa en el portal. Creo que me estaba empezando a arrepentir de haberle dado mi número a Styles, para algo que no sabía de mi vida privada, pero era la mejor forma de mantenernos en contacto cuando, ayer, aceptó enseñarme a bailar a su modo y no al mío.

Sí, posiblemente, me iba a arrepentir.

-¿Pasa algo, Ali?-levanté la cabeza-¿No te gusta?-señaló con el tenedor mi plato lleno.
-No, no es eso. Es que me acaban de enviar un mensaje-sonreí y comencé a comer.

Jack hablaba y hablaba, pero yo estaba perdida en otro mundo, apenas prestaba atención a lo que decía, solo asentía y sonreía. Mi cuerpo estaba allí, pero mi mente… No lo sabía. Ni siquiera estaba pensando en los ensayos que después haría. Nada me parecía coherente y me frustraba no saber que me confundía tanto. Lo odiaba.

Intenté interesarme por lo que decía la persona con quien compartía mesa, pero el problema es era precisamente ese: que no me interesaba. Creo que me estaba hablando de su infancia en Dublín. De vez en cuando hacía alguna aportación de lo que escuchaba salir de su boca.

-¿Allison, te encuentras bien?-agradecí estar haciendo caso en ese momento al monologo que estaba teniendo él.
-Sí, perfectamente.
-Me estas mintiendo.

Apoyé el codo en la mesa y puse la palma de mi mano sobre mi barbilla, mirándole. Al final, suspiré. Tenía razón: le estaba mintiendo y eso no servía de nada.

-Vale-acepté. Dejé caer los hombros y él se inclinó un poco hacia delante, atento a mis próximas palabras-Grace, ayer, me dijo que no podía estar tan tensa cuando bailaba, que si seguía por ese camino perdería el papel.

Su cara cambió, pero el sentimiento que en ese momento corría por su cuerpo no pude descifrarlo.

-Queda poco más de un mes, si le da tu personaje a otra persona… Sería un descontrol.
-Se la veía muy convencida-me encogí de hombros y con el tenedor jugué con la comida sobre el plato.
-Allison, no te preocupes. Recuerdo cuando yo estaba igual que tú, cuando era el nuevo. ¡Mírame ahora!-sonreí-no dejes de hacer eso.
-¿El qué?-fruncí el ceño.
-Sonreír.

***
-Confió en ti, Jack-le dije antes de tener que hacer el primer levantamiento de la obra.
-Si tú saltas, yo salto-me llevé la mano a la frente, negando con la cabeza, divertida por el momento Titanic.
-Idiota-reí, y antes de que lo pudiera pensar, empecé a correr el par de metros que nos separaba.

Sus manos cogieron mi cintura con fuerza, pero sin ejercerme daño, y después me vi en lo alto. Mi pie derecho doblado, tocando la rodilla de la pierna opuesta. Muy despacio, Jack me fue bajando. Su cara pasó a escasos centímetros de la mía y pude ver la sonrisa que se mostraba en sus labios. Cuando las puntas de mis pies tocaron el suelo giré. Una… dos… tres veces, y entonces paré.

-Muy bien, chicos. Me ha gustado-opinó Grace cuando tuvo nuestra atención, después me miró seria-Allison, recuerda lo que te dije ayer-suspiré y noté unos brazos en mis hombros, acariciándolos.
-Has estado mejor, no te preocupes.
-Gracias, rubio-él se rió y negó con la cabeza.

Después de seguir practicado ese paso unas cincuenta veces más nos dejaron libres. Pasaba media hora de las siete. Harry debía llevar esperando un buen cacho. Maldije por lo bajo y salí del estudio hacia los vestuarios a todo velocidad. Me duché y cambié en un tiempo record. Aunque no sé para que me había duchado, si luego iba a ponerme a bailar con Styles. Bueno la verdad era que si lo sabía: no quería ir por ahí sudada. Era asqueroso.

Bajé las escaleras dando saltitos y en el vestíbulo me despedí de Kate. Empujé la puerta de cristal que daba al exterior y cuando el frío chocó conmigo un escalofrió me recorrió. Miré a los lados, buscándole, pero nada. Bufé y escuché un silbido muy fuerte que provenía justo de delante de mí. Miré y ahí le vi, con su moto en la zona reservada para los profesores de The Royal Ballet. Negué con la cabeza, sonriendo.

-Amor, ¿qué estás ciega?-recorrí  el espacio que nos separaba.
-Esta zona es reservada, ni me paré a pensar que habías aparcado aquí. Pero claro, eres tú…-puso su mano en mi barbilla, haciendo un poco de presión para levantar mi cabeza. Dio un pequeño beso en mi mejilla que me erizó el pelo y luego se acercó a mi oído.
-Espero que eso sea bueno-susurró.
-¡Ali, un momento!-aún aturdida y con la sonrisa de Styles grabada en mi mente me giré hacia Jack-este sábado voy con unos amigos a un club ¿Quieres venir?-me preguntó.
-Por supuesto-contesté animada-pero ¿puedo llevar yo a un par de amigos?
-Cuantos más mejor-me abrazó-nos vemos mañana-llevó su mano a la frente y me hizo un saludo militar antes de darse la vuelta y marchase.
-Por lo que veo el imán de idiotas todavía funciona-dijo Styles con voz tensa. Le noté bastante pegado a mí y entonces di media vuelta. Quedando cara a cara.
-Si no fuera así, tú no estarías aquí-me dio una sonrisa torcida y con la cabeza señaló el casco que había sobre el asiente trasero. Era negro, con dos flores plateadas pequeñas en el lado derecho-¿Y esto?-dije cogiéndolo.
-Lo compré para ti ¿Te gusta?
-Es genial. Pero yo nunca te vi utilizando casco, y la última vez que subí tampoco lo puse.
-Es que yo no utilizo casco, pero no te voy a volver a dejar montar en una moto sin él, solo aquella vez porque había prisa. Pero, Allison-contuve la respiración al escuchar mi nombre salir de sus labios-si te pasara algo por mi culpa…-negó con la cabeza y después cogió el casco y me lo puso-sube.

Cuando él se colocó delante me volví a aferrar a su barriga y apoyé lo que sería la frente del casco en su espalda. Le escuché reírse ligeramente antes de que el rugido del motor sonara por encima de su carcajada. Me pasé todo el camino hasta el apartamento pensando en lo que había dicho. Se preocupaba por mí, eso era adorable. ¡Espera! No podía acabar de pensar que Styles era adorable. No, no y no.

Cerré los ojos y la moto paró, pero no se apagó el motor por lo que deduje que estábamos en un semáforo. De repente sentí una mano sobre la mía y poco a poco sus dedos se fueron entrelazaron con los míos, pero una frase entró en mi mente. “Si te tengo que enamorar para que estés en mi cama una noche, lo voy a hacer.”  Me negaba a ser una más, para él o para cualquiera. Aparté mi mano, colocándola justo encima de la suya, y poco después sentí como nos volvimos a poner en marcha. Como la primera vez perdí la noción del tiempo, la sensación de adrenalina y libertad que me proporcionaba estar subida en una moto me llevaba a otro sitio, a uno del que no quería volver.

-Amor, ya hemos llegado, puedes soltarme-dijo con cierto tono de humor en la voz.

Hice lo que había dicho y quité de su barriga mis manos, llevándolas al casco y sacándomelo. Sacudí mi pelo, intentando que no pareciera muy despeinado. Sin embargo, imaginé que no sería así.

-Eso fue sexy-gruñó. Puse los ojos en blanco, reprimiendo la sonrisa que quería aparecer en mis labios, y me bajé de la moto.
-Toma-le tendí el casco.
-Es tuyo, no me lo des.
-No puedo aceptar esto.
-Claro que puedes. Qué parte de “lo compré para ti” no entiendes. Es tuyo-repitió.
-Es que….
-Calla y acepta mi regalo-resoplé y empecé a caminar hacia mi portal, con el casco debajo de mi brazo. Di media vuelta.
-¿Piensas quedarte ahí todo el día?-alcé las cejas y retomé el camino cuando vi como se bajó de la moto.

Abrí la puerta de portal y esperé unos segundos a que Styles entrara. Empezamos a subir las escaleras en silencio cuando una duda me invadió.

-¿Me dirás algún día cómo conseguiste la información que sabes sobre mí?-él me miró y se paró, quedando a un escalón por debajo de mi.
-Algún día-aceptó.

***
-Así que esta es tu sala de baile-dijo girando sobre sí mismo.
-Exacto.
-Me gusta, me hace sentir cómodo.

Me sorprendió oír salir esas palabras de él, pero sonreí sin que lo viera. Se acercó a la esquina donde se encontraban mis zapatillas rosas, las que solo utilizaba en esa sala.

-Están muy gastadas.
-Lo sé-bajé la cabeza, recordando la primera vez que las vi y sobre todo que pies las llevaban puestas-eran de mi madre-murmuré, con lágrimas en mis ojos.

Harry se debió dar cuenta de mi voz rota, pues me vi envuelta en un abrazo protector.

-Yo…
-No digas nada. Algún día te contaré la historia.
-¿He escuchado bien? ¿Has empezado a confiar en mí?-me cogió por los hombros y se separó, mirándome fijamente a los ojos, como intentado saber si hablaba en serio.
-Creo que me lo he pensado mejor-se rió como un niño pequeño y me volvió a parecer adorable. ¡Mierda! No quería pensar eso. Decidí cambiar de tema rápidamente-¿Seguro que no quieres comer nada?-qué ingeniosa, Allison. Él resopló.
-Ya te dije, mientras tú estabas cenado, que no. Venga, vamos a bailar.

Puso las zapatillas donde antes se encontraban y luego se fijó en mis pies que ya estaban de puntillas, no justo sobre los dedos porque eso sin el calzado adecuado, que él había apartado, no podía hacerlo.

-Amor, baja los pies-frunciendo el ceño hice lo que me pedía-¿Sabes bailar contemporáneo?-asentí, había dado también clases de eso y muchas veces lo bailaba en casa, la verdad era que me encantaba-pues ya tenemos la mitad del trabajo hecho. Mira-se sentó en el suelo y me hizo una señal para que hiciera lo mismo-el baile se basa en sentir cada movimiento, no tienen que ser forzados. Con ellos tienes que transmitir tus sentimientos a las personas que te ven. Si quieres que piensen que eres frágil, los movimientos tienen que ser lentos y suspendidos. Que por el contrario quieres parecer fuerte, lo consigues con movimientos marcados.

Me asombró lo mucho que él sabía, o aparentaba saber.

-¿Cómo…?
-Trabajo en Pinneapple, amor.

Vale, este chico sabía de lo que hablaba.

-¿Qué enseñas?-me interesé.
-Fundamentalmente Break.
-¿Y entonces que sabes de contemporáneo?
-Más de lo que te piensas.

El misterio que le envolvía me cautivaba. Se abría a mí en algunos aspectos, pero otros era como si ni siquiera me dejara mirar por el hueco de una puerta medio abierta. Esperaba que aquello solo fuera temporal, algo en mi interior quería saber más del chico con el pelo rizado.

Se levantó y me tendió la mano. Como si yo fuera una pluma me levantó, pero eso supuso que con por el impulso su cara quedara cerca, muy cerca de la mía. Notaba su respiración chocar con mi piel, y su mirada fija en la mía. Su mano en mi muñeca, fue bajando hasta poder coger la mía y esta vez fui yo la que enredó sus dedos y los míos. Sonrió, sus hoyuelos apareciendo.

Algo dentro de mi cabeza se encendió, como un interruptor que hacía “click”

-Styles-susurré, soltando su mano-será mejor que empecemos.
-Claro… -dijo mientras se separaba de mí.

Sacudió su cabeza y sus rizos cayeron rebeldes por su frente. Se quitó la sudadera verde que llevaba, dejando al descubierto una camiseta negra que marcaba sus trabajados músculos.

-Pues tú dirás, señor Styles-me miró mal y tomó aire, como si estuviera pidiendo paciencia, lo que hizo que me echara a reír escandalosamente.
-Me lo vas a poner difícil, ¿verdad?

No sé si esa frase contenía un doble sentido, pero yo lo saqué.

-Sí.

Le vi caminar hasta el estéreo de la sala y encenderlo. Las notas de piano de Skinny Love invadieron la sala.

-Deja que te guie-asentí, cautivada por lo ronca y lenta que su voz se había vuelto y que con la mezcla de la música te transportaba a otro lugar-cierra los ojos-lo hice y poco después le sentí en frente de mi. Su mano se apoyó en mi cuello-inclínate hacia atrás, despacio-su otra mano viajó de nuevo a la mía, y cuando ya tenía el cuerpo echado hacia atrás, con un suave tirón me hizo volver hacia arriba. Giré, pero yo no dejaba de notar su cuerpo junto al mío-ahora, confía en mí-lo haría, solo esa vez confiaría en él-junta las piernas-luego noté como sus brazos pasaban por detrás de mis rodillas y me daban una vuelta en el aire.

Mi corazón se paró durante ese corto periodo de tiempo. Jamás había hecho algo parecido, y menos con los ojos cerrados. Abrí los ojos y me vi justo en frente del espejo. Él estaba detrás de mí con sus manos en mi cintura. Sus rizos en mi mejilla. Sus labios en mi oído.

-No lo haces nada mal.
-Otra vez-le vi sonreír y se separó-está vez con los ojos abiertos.
-Como quieras.

Lo repetimos, algo más rápido, de tal manera que se acompasara con la música. Nos pasamos media hora bailando. Con pasos nuevos Harry me obligaba a cerrar los ojos, con la excusa de que así me dejaría llevar mejor. No sé si eso era cierto, pero aseguro que si se sentía de otra manera.

-¿Te puedo preguntar algo?-me dijo sentando en el suelo de la sala, al igual que yo.
-Claro.
-¿Qué problema tienen contigo si lo haces casi perfecto?
-Dicen que soy muy tensa en mis movimientos-él frunció el ceño, no parecía conforme con lo que había dicho, pero después se levantó muy convencido, y sin darme tiempo a reaccionar, se echo encima de mí, haciendo que mi espalda  chocara con el suelo. Mi respiración rápidamente se aceleró y puede comprobar como el verde de sus ojos se fue tapando por su pupila-¿qué… qué haces Styles?-rió.
-Ahora sí estás tensa, no cuando bailas.

En ese mismo momento le odiaba por ponerme nerviosa. No me gustaba la reacción que podía causar en mí cuando se lo proponía, y el problema es que se lo proponía cada poco tiempo. No sé de donde saqué la fuerza y el coraje, pero con mis dos manos le empujé hacía atrás por lo hombros, haciendo que entonces fuera yo quien estuviera encima de él.ç

-¿Y ahora qué?-dije irónicamente, pero él se volvió serio. Como odiaba esos cambios de humor.

Su dedo recorrió lentamente mi mejilla, mi cuello, mi escote… Y cerré los ojos, dejando de pensar en otra cosa que no fuera en él.

-Sigues estando tensa, amor.

Me levanté rápidamente, bajo las pequeñas carcajadas de Styles.

-Eres insoportable
-No te equivoques de palabra. Soy irresistible. Búscalo en el diccionario, es mi clara descripción-me guiñó un ojo, al mismo tiempo que el timbre del apartamento sonaba.
-Mira, estoy segura de que eso te sirvió con June, pero yo no soy así-le lancé un beso y salí de la sala hacia la puerta. La abrí y una Evelyn estresada entró al piso.
-Acabo de ver la moto de Styles abajo y pensé que querrías saberlo. A lo mejor te está espiando o algo… y…

Claro, a Eve no le había contando nada. Me hice una nota mental: no olvides mantener a Evelyn al corriente de tu vida.

-Había oído muchas cosas de mi ¿Pero espía? Eso es nuevo-apareció por el pasillo.
-Pero tú…-le señaló-vosotros…-me apuntó a mí con el dedo índice de su otra mano-¿qué está pasando aquí?
-Me está enseñando a bailar-creo que mis palabras lo único que hicieron fue confundirla aún más.
-Y yo ya me tengo que ir. Por cierto no vuelvas a comparar a June contigo, amor. Mañana voy a recogerte. No olvides el casco-besó mi cabeza, un gesto que me dejo un poco descolocada y despeinó a Eve.
-Espera, no hace…-cerró la puerta-falta-terminé.
-Desembucha. 

martes, 14 de mayo de 2013

Capítulo 7


Metí mi dedo pulgar en mi boca, y quité con la lengua la gota de chocolate derretido que había en él. Quizás esto de ir por Picadilly con un helado, en pleno noviembre, no fuera muy normal, pero me daba igual. Adoraba el helado, no importaba la época del año que fuera.

-Entonces, a ver si lo entiendo. Te llevó a cenar, y fue un perfecto caballero contigo, pero en el postre dijo los años que tenías y cuando naciste, le dijiste que te llevara a casa y…-se paró y me miró directamente a los ojos- ¿Y qué? ¿Se acabó? ¿Así?  ¿Sin más?-me reí de su cara confusa.
-¿Qué más quieres Eve?
-Pues no sé: un beso, una buena despedida, un te echaré de menos. Algo más.

Negué con la cabeza divertida, mientras tiraba la tarrina de helado vacía en una de las papeleras que había por la calle.

-No, Eve, no hay nada más-ella bufó-de verdad que no sé qué te esperabas. Esto no es un cuento de hadas. Lo más normal cuando te encuentras a alguien que sabe todo de ti, es tener miedo y separarte de esa persona.
-Ya… pero no sé. En fin, tengo ensayos y tú también ¿Nos vemos por la noche?-asentí sonriendo y, a modo de despedida, nos abrazamos. Poco después Evelyn estaba corriendo hasta la estación de metro. La quería, la quería mucho. Suspiré y di media vuelta.

Para mi ensayo aún quedaba hora y media, así que tenía bastante tiempo para ir caminando tranquilamente. Saqué el móvil del bolso y coloqué los cascos en mis orejas. Busqué por mi lista de reproducción, nada concreto. Así que al final opté por lo que hacía siempre: aleatorio.  Puse el volumen al máximo y Sparks Fly comenzó a sonar cuando le di al botón de play. Cerré los ojos un par de segundos, esa canción me encantaba. Era perfecta para cualquier estado de ánimo.

Mi paso tranquilo por la calle daba a entender que no tenía prisa ninguna. Sin embargo, si no apresuraba no llegaría a tiempo al ensayo. Es cierto que quedaba algo más de una hora, pero el edificio de The Royal Ballet quedaba a más o menos media hora caminando despacio, y la mochila cargada a mis hombros me hacía recordar que también tenía que cambiarme.  Seguí mi camino, y aunque mi mente me decía “tienes que ir más rápido”, mis piernas no hacían nada por apresurar mi paso.

Me reí sola, y no sabía porque, pero algo me hacía gracia. A lo mejor era el hecho de que todo había vuelto a la normalidad, o solo que era tonta y no lo sabía. Optaba por la segunda opción.
Cuando estaba en Leicester Square alguien que venía detrás de mí, chocó accidentalmente conmigo. Por suerte para mí, no caí al suelo.

-Vaya, lo siento mucho, yo…-se paró un segundo, el tiempo que tarde en mirarle la cara- ¿Allison?
-Jack-sonreí, y me quité los cascos de los oídos.
-No sabía que vivías por aquí.

Eso era lo normal, no saber donde vivía, porque en ningún momento se lo había dicho. Hice una mueca, que Jack no percibió, al darme cuenta de la dirección que mis pensamientos habían tomado.
Volvimos a retomar el camino. No hacía falta preguntar a dónde íbamos, pues los dos teníamos ensayos en el mismo sitio.

-Y no lo hago, pero estuve con una amiga dando una vuelta y me quedaba cerca.

Hablamos durante el camino a nuestro destino. Conociéndonos algo más, pues yo sabía muy poco de él, y viceversa.

Jack no era de aquí, sino de Dublín. Pero cuando cumplió su mayoría de edad se mudó a Londres, solo, para poder ser bailarín profesional, y la suerte estuvo de su parte, pues Grace le vio bailar y le quiso para su compañía.

-Bueno, hemos llegado-dijo, cortando la conversación sobre nuestros gustos de repente.
Alcé la cabeza, para encontrarme con el imponente edificio blanco y suspiré.
-Así es.

Me acerqué a la puerta de cristal y la abrí, pasando los dos al vestíbulo. Saludé a Kate, la recepcionista, como hacía desde que había entrado a trabajar allí, y me fui quitando el abrigo marrón, mientras subía las escaleras hacía los vestuarios con Jack a mi lado. Cuando llegamos y yo ya tenía el pomo de la puerta en mis manos, la voz del rubio me detuvo de entrar al pronunciar mi nombre.

-¿Qué pasa?-pregunté con el ceño fruncido.
-Quería decirte que hoy, cuando estés bailando-se acercó, hasta casi tenerle completamente pegado a mí-relajes esta parte del cuerpo-con su mano tocó suavemente el interior de mi muslo, e instantáneamente me tensé-no te pongas nerviosa. Solo es un consejo-sonrió y se alejó, poniendo entre los dos una distancia de seguridad. Me guiñó el ojo y le vi desaparecer por la puerta del vestuario masculino. Vale, ¿qué acababa de pasar?

El vestuario estaba completamente vacío, me imaginé que las chicas ya estarían cambiadas, lo que me hizo tener que ir aún más rápido. Cuando acabé de ponerme unos leggins negros, una camiseta holgada amarilla y mis zapatillas de ballet, salí de ahí a paso ligero. No iba a llegar tarde, pero tampoco quería ser la última en entrar a la sala.

Estudio  4

Había llegado. Entré y, como siempre, toda la sala dirigió sus ojos curiosos a la persona que acababa de abrir la puerta. Estaban todos sentados en el suelo, pero la Sra. Watson aún no había llegado. Así que hice lo mismo que los demás, me senté. Justo en el instante que la aguja más larga del gran reloj redondo, colgado en la parte superior de una de las cuatros paredes, llegó al doce, la puerta del estudio se abrió dejando a ver a una Grace muy sonriente, demasiado diría yo.

-Viene muy contenta-susurró Jack a mi lado, y yo asentí levemente. Ni siquiera me había dado cuenta de que le tenía junto a mí.
-Bueno, chicos, hoy tenemos muchas cosas que hacer-creo que incluso el tono de su voz había cambiado. Seguía siendo un poco cortante, pero no tanto como veces anteriores-Jack, Allison, venid aquí-fruncí el ceño y fui dubitativa hasta posicionarme a su lado izquierdo, mientras que Jack se puso en el derecho, dejando a la Sra. Watson en el medio. Nos puso una mano sobre los hombros a los dos y nos miró, sin quitar esa sonrisa, que me estaba empezando a poner nerviosa, de la cara-tengo una gran noticia. Es muy probable que la reina, Isabel II, venga a ver nuestra obra.

Giré la cabeza hacia la izquierda, en un movimiento muy brusco ¿La reina? ¿Qué? Eso significaba más presión aún. Tomé aire profundamente un par de veces, con los ojos cerrados, y me mentalicé de que no ocurría nada, que solo era la reina, y que todo iba a salir estupendamente bien.

-Perfecto, ya podemos empezar.

Nos dio unas palmaditas suaves en la espalda y seguimos donde lo habíamos dejado la semana pasada: el primer acto. Intenté hacer caso del consejo que me había dado Jack, y la verdad era que mis movimientos ya no eran tan rígidos, pero aún así no eran perfectos. Saber eso me frustraba. Mucho.

A las siete nos dejaron libres, tal y como marcaban los horarios, y cuando me dirigía a los vestuarios para poder cambiarme, Grace pronunció mi nombre, lo que me hizo girarme para comprobar que quería.

-Tengo algo que decirte-comentó, mirándome seria. Cualquier rastro de la adorable señora que había sido en los ensayos había desaparecido, y temblé.
-Sí, claro. Dígame-me atreví a decir.
-No sé qué habrás hecho este fin de semana, pero has mejorado-solté un inaudible suspiro y relajé mis hombros-aún así, has de saber que te queda mucho camino, y que si dentro de poco no veo esos cambios tendré que dar tu papel a otra persona. No nos podemos permitir ningún fallo. Tienes que aprender a relajarte cuando bailas, Allison-asentí apretando mis labios en una fina línea.
-Veré lo que puedo hacer.
-Eso no me sirve, quiero cambios y los quiero ya-dicho eso, dio media vuelta y se fue alejando, haciendo ruido con sus altos tacones en el suelo del pasillo. Dejé escapar el aire que tenía contenido cuando desapareció por la esquina.

Estaba claro que relajar el muslo no era suficiente, tenía que hacer algo si quería conservar mi puesto en esa compañía, y desde luego eso era lo que quería. De camino a los vestuarios para poder cambiarme mi mente estuvo estudiando las posibilidades que tenía. Ninguna se me ocurría. Quizás Eve me podía enseñar cómo ser más suelta, pero la única vez que probamos algo parecido fue un completo desastre.  Bufé.

Una vez cambiada, salí del edificio sin ninguna solución.

-¡Ali, espera!-de mala gana me paré. Lo único que quería era volver a casa y darme un baño de agua caliente.
-¿Qué pasa, Jack?
-Baja esos humos, pequeña-me dio un ligero toque en la nariz con su dedo y me hizo arrugarla y soltar una diminuta sonrisa-así estás más guapa-negué con la cabeza.
-¿Querías algo?-pregunté sin dejar de sonreír, lo que parecía hacerle gracia a él.
-Sí, me gustaría saber si te apetecería…-antes de que pudiera acabar de hablar me distrajo una voz detrás de mí.
-Amor-me giré bruscamente para encontrarme, a unos metros de mí, a una pareja unos cinco años mayor que yo, hablando entre ellos alegremente.

Tenía la solución al problema.

¡La tenía!

-¿Ali, estás ahí?-volví a girarme para verle.
-Sí, lo siento, tengo prisa.
-¿Eso es un sí?-entrecerré los ojos mientras ladeaba la cabeza-Si te gustaría comer mañana conmigo antes del ensayo, yo invito.
-Claro.
-Pues a la una en Harrods-asentí y rápidamente me despedí para irme a la estación de metro más cercana.

Tenía una ligera idea de adonde tenía que ir, pero solo era una corazonada. Era el único lugar donde podía encontrarle, sino estaba allí toda oportunidad de quedarme en The Royal Ballet desaparecería.
Por el camino le mande un WhatsApp a Eve para decirle que llegaría tarde a casa, que no se preocupara. Me la conocía como la palma de mi mano, y si no avisaba se pondría histérica. Aunque no viviéramos en el mismo apartamento siempre, o casi siempre, cenábamos juntas.

Miré Internet para ver la línea me llevaría hasta el destino que quería, por suerte era una de las que pasaba cada poco tiempo. Cuando llegué a la estación me compré una bolsa de golosinas a todas prisa. Eran las siete menos cuarto, tenía hambre.

Tuve que correr unos metros para no perder el tren, pues ya estaba en la vía cuando a mi me quedaban unos cuantos metros para llegar. Me senté un sitio libre y me fui comiendo poco a poco las gominolas, la mayoría eran corazones y pulpitos, desde que había descubiertos estos últimos era una completa adicta a ellos.

Media hora después bajé del tren y recé para que mi corazonada fuera cierta. Tal y como había buscado en Google el tren me había dejado a una sola calle de la plaza de las batallas. Con el pulso acelerado caminé hacia ella.

Me quedé quieta en una de las entradas y observé el gran círculo rodeado de bares. La última y única vez que estuve aquí, era de noche y no pude apreciar cómo era. Pero el suelo estaba hecho de piedra en diferentes colores de marrón, no había ningún banco y no era nada acogedor. Ese lugar parecería desértico si no fuera por una chica pelirroja, de pelo largo y rizado, que se encontraba allí con su móvil, me pregunté qué hacía sola ahí.

Suspiré, no quería preguntar pero la única forma de encontrarle, y todo el mundo le conocía, por lo menos eso era lo que parecía, así que era mi oportunidad.

-Perdona-dije cuando estuve a su lado, tocando su hombro izquierdo con una de mis manos.
-¿Si?-hice una mueca ante su cara de fastidio y su tono borde, pero un segundo después me di cuenta de esa voz me sonaba, me sonaba mucho ¡Claro! Estaba hablando con la chica que anunciaba por el megáfono las batallas. Por fin le ponía cara.
-Quería preguntarte si sabías donde está Harry, Harry Styles-ella rió.
-Vuelve a tu casa, niña pija.

Genial, pensé. Me tocaba la “dura” del grupo.

-Te he hecho una pregunta-repliqué.
-Joder, que pesada… Un momento-entrecerró los ojos y me miró como si yo fuera un bicho raro-tú eres la que le pego una ostia ¿Verdad?-abrí los ojos y pestañeé sorprendida, después asentí-eres mi ídolo.
-¿Cómo?
-Ya era hora de que alguien le pusiera las cosas claras-se encogió de hombros y después sonrió, dejando a la vista unos perfectos dientes blancos-no suelo dar esta información, pero ¿ves aquel bar?-señaló uno en el que encima había un cartel verde, en grandes letras blancas se leía “Morgans”-está ahí.

Un soplo de esperanza me invadió.

-Gracias-dije antes de ir caminando, casi corriendo, hasta el bar.

En la puerta los nervios salieron a florecer, y cuando mi mano entro en contacto con la superficie fría de ella, casi exploto. Todavía podía dar la vuelta. Al fin y al cabo yo había sido la que había querido que desapareciera de mi vida, pero necesitaba su ayuda. Por mucho que odiara admitirlo: le necesitaba. 

Cogí aire y sin pensarlo más empujé la puerta.

El bar en cuestión, era un tugurio. Apenas había luz, aunque fuera ya era de noche. Las paredes estaban pintadas en un color oscuro, verde creo, que solo hacía que el bar pareciera aún más oscuro. La barra parecía hecha de roble, con varios taburetes altos delante de ella. También había unas cuantas mesas esparcidas sin ningún tipo de orden. Se escuchaba música, pero eran tan baja que no pude reconocer la canción, aunque pienso que aunque la escuchara tampoco sabría cual era. Había unos cuatro hombres y tres mujeres, a primera vista. Observé atentamente el lugar buscando a Styles. En menos de un segundo divisé una cabeza rizosa en el extremo izquierdo de la barra, y me dirigí a paso firme hasta ella, obviando los ojos curiosos de las personas que se encontraban allí.

-Styles.

Él se giró, dejándome ver una copa con un líquido transparente, que seguro que no era agua, en su mano derecha y una chica rubia tras él. Me miró confundido, y yo intenté estar lo más seria posible.

-¿Amor?

No entendía por qué me alegraba que utilizara el apelativo y no mi nombre, pero lo hacía y me hizo sonreír.

-Necesito tu ayuda.
-¿En qué lio te has metido?-eso me hizo ensanchar todavía más mi sonrisa.
-Oye, que te necesite no significa que sea porque estoy metida en un lio.
-Que bien suena eso. Me necesitas-alcé una ceja y mordí mi labio inferior
-No la cagues-se levantó del asiento y tuve que alzar la cabeza para no poder el contacto con sus ojos esmeralda. Me hizo un movimiento de cabeza hacia la salida y por un momento pensé que me estaba echando, hasta que pasó su brazo por mi hombro.
-Styles-escuché decir por detrás, y él se giró, lo que hizo que yo también, porque no soltó mi hombro-¿Te vas con ella?-preguntó, y pude notar cierto asco hacia a mí.
-Sí, ¿pasa algo?
-Pensé que… No sé, lo de ayer…
-Ayer fue ayer, June. Hoy es hoy.

La rubia me miró, estaba claro que estaba enfadada, y eso me hizo acercarme más al cuerpo de Harry, y él me apretó contra él. Cuando la tal June pasó por mi lado chocó su hombro con el mío, moviéndome hacia atrás, pero Styles consiguió mantenerme en equilibrio.

-Vaya, amor, estás metida en problemas-le miré incrédula, pero él solo tenía esa sonrisa tan característica suya.

Salimos fuera, y todavía no había quitado su brazo de mi hombro, pero cuando el frio de la noche Londinense nos azotó lo quité.

-Ya decía yo que estaba durando mucho-reí-cuéntame ¿Qué pasa?
-Me tienes que enseñar a bailar.
-Amor, siento decirte esto pero… ya sabes bailar-le pegué un pequeño golpe en el hombro.
-No seas tonto, tengo que aprender a no ser tan rígida en mis movimientos.

Él parecía divertido cuando le dije eso, y sus dos hoyuelos se formaron en sus mejillas cuando profundizo la sonrisa.

-¿Y estás dispuesta a que yo, alguien en quien no confías, sea tu profesor?

No lo sabía ¿Lo estaba? ¿Me quedaba otra opción? Caminamos en silencio, mientras yo meditaba la respuesta en mi cabeza. Había ido hasta allí, eso significaba algo ¿no? Me di cuenta de que tenía su moto negra en frente de mí, como olvidarla. Me senté en el asiento de atrás y miré a Styles, quien me observaba detenidamente. Nuestros ojos se cruzaron.

Sonreí.

Ya sabía la respuesta.

-Todo puede cambiar.